
El maravilloso y ansiado orgasmo, esa sensación que todo el mundo busca y reclama. Muchas veces, las personas tendemos a devaluar el resto de relación sexual en pro del orgasmo, como si fuera lo único que nos satisface. Haciendo esto, devaluamos el resto de experiencias y momentos que pueden llegar a ser igualmente placenteros si los disfrutamos.
Diferentes autores clásicos en sexología han estudiado la respuesta de sexual humana, hoy vamos a hablar de modelo de Kaplan, psicóloga especializada en sexología a la que dediqué la primera entrada del blog. Ella añadió al modelo de Master y Johnson (referentes sexológicos de los que hablaremos dentro de no mucho), una primera etapa denominada deseo. Las fases de lo que experimentamos quedarían así: deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución. Vamos a hablar un poco más de ellas en los próximos días, dedicando un día a cada una. Hoy empezando por el principio… vamos a hablar de deseo..
¿Qué se entiende por deseo? consiste en las diferentes sensaciones que impulsan a la persona a buscar experiencias sexuales o mostrarse interesada por ellas. Esto se produce por la activación de un sistema neuronal situado en nuestro cerebro y que es específico para ello, pudiendo verse inhibido por situaciones externas como por ejemplo el estrés. A diferencia de las otras 4 fases, en esta no se suele hacer una diferenciación entre las respuestas femeninas o masculinas.
En los seres humanos, los estímulos que pueden despertar este deseo son variados, flexibles y condicionables y están mediatizadas por nuestra experiencia pasada o el aprendizaje… lo que resulta increíblemente deseable para una persona puede no serlo para otra. También es algo que varía en cada persona en diferentes momentos, poniendo estar mediatizado por el estrés como he nombrado anteriormente o por cualquier factor que nos afecte en nuestro día a día… en las mujeres también puede modificarse por estar en diferentes momentos de nuestro ciclo menstrual por ejemplo.
Para potenciar nuestro deseo podemos dedicar tiempo a aumentar nuestra fantasía erótica, a pensar sobre aspectos de nuestra sexualidad que nos gustaría llevar a cabo o deseos que nos falten por cumplir y cómo lo haríamos, podemos darnos un masaje corporal y sentir nuestro cuerpo… en fin dedicar tiempo a aumentar nuestra erótica y ver qué despierta ese gusanillo en nuestro estómago o en cualquier otro lado.