
Hay épocas en las que el deseo sexual varía, se puede ver influido por infinidad de factores externos o internos y esto preocupa a muchas personas. Tendemos a compararnos con otros tiempos en los que lo sentíamos más elevado o incluso es común comparase con el nivel del deseo de nuestra pareja o de gente cercana.
Es importante reflexionar sobre la no estabilidad del deseo sexual, todas las personas tenemos épocas y momentos más/menos “sexuales”. Los cambios son normales y no tienen porque significar nada malo o preocupante, hay que conocerse, cuidarse, darse espacio y tiempo.
También es interesante darle una vueltita a que cada persona es única y por ello tenemos nuestra propia vivencia del deseo y la sexualidad.
El estrés en casa, en el trabajo, las agendas apuradas al milímetro, enfermedades o medicaciones son algunos de los tantísimos factores que nos pueden afectar.
Cuando en una relación se da esta diferencia de libido, suelen entrar en juego aspectos como la culpabilidad, presión, tristeza… en todas las partes implicadas.
La parte de la pareja que continua con un deseo sexual “estable”, puede sentir que ese bajo deseo responde a su propia persona sintiéndose poco deseable. Explicar que no es el motivo suele ser difícil para la otra parte, lo que aumenta la presión y la culpabilidad.
Darse tiempo, cuidar la intimidad de cada persona y de la pareja, relajar las expectativas y reflexionar sobre qué puede estar afectándonos, son pautas positivas para bajar un poco ese posible malestar. Si persiste o se alarga en el tiempo, puede ser un buena idea consultar con alguna persona profesional con las herramientas suficientes para poder ayudar.