Sentirnos sexy en determinados contextos, momentos o con algunas personas puede volverse algo que consideramos inalcanzable

Recordemos que el trabajo de nuestra mente es decirnos “cosas” (al igual que nuestros ojos ven objetos), sin valorar si esos pensamientos son verdaderos o no. 

La mente piensa, ese es su trabajo; el nuestro es plantearnos si eso que nos dice es verdad.

La actitud que se toma ante estos pensamientos que la mente nos dice, es el punto diferenciador. 

Sentirnos sexy puede considerarse algo puntual o un sentimiento que podemos obtener tan a menudo como nos lo planteemos.

Poniéndonos ropa, en el espejo, moviendo el cuello, tocándonos el pelo, andando, cantando, mirando, cocinando, sonriendo… solo nos lo tenemos que proponer.

Puede que leas esto y no te creas ni media palabra, pero la actitud erótica (aunque nunca nadie nos lo haya dicho) también se entrena… y te aseguro que se obtienen resultados maravillosos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *